Trece
años de Hemorragia Nasal. Un día de gloria
Me tomé el subte a Constitución,
donde me esperaba Martín. Él es uno de esos tantos locos que conoces gracias a
Internet, ese mal que un poco nos sirve. Vive en Tierra del Fuego, y
coincidiendo por estas tierras aquel fin de semana, se sumó a la jornada que
arrancaría con asadito en Villa Elisa, y concluiría con recital en La Plata. ¿Motivo?,
cumpleaños número trece de Hemorragia Nasal, banda nacida en Villa Elisa,
tierra de héroes y locos.
Ni bien encontré a Martín
en constitución, me llamó la atención la mirada que traía. Ganas, felicidad.
Esa mirada que acá en la capital cuesta tanto ver. La comodidad y la facilidad
de acceso a las cosas, nos ha convertido en pequeños burgueses conformistas.
Pero Martín estaba cebadísimo, y así nos subimos al tren rumbo a la tierra
prometida. Meta intercambio de historias, vivencias, y alguna piratería. Este
pibe es el Jack Sparrows del Sur.
El mundo es un pañuelo. Yo
vestía remera de Sin Ley bastante baqueteada, sin mangas. Eso bastó para que un
flaco sentado a mi lado en el vagón me saque charla de la nada, y me contará
que era vecino del gran Curly Curley. El tipo se despidió y descendió en
estación Hudson, estación en la cual yo debía avisar —mensaje
de texto— a
nuestros anfitriones para que nos rescaten al bajar del tren.
Llegamos y bajamos de la
formación. En la estación nos recibieron dos tachos de basura con la publicidad
de la fecha pegada. Recientemente pegadas,
diría yo. Hemorragia Nasal, Pelo Punk y Explenden, en vivo en El pasillo de las
artes, La Plata, sábado 6 de octubre. ¡Qué detalle!, apuesto que serían los
únicos dos afiches en toda la zona. Estos locos se matan por hacernos sentir
gente importante.
El tren arranca,
desaparece, y nos gritan del otro lado del andén. Ahí estaba la comitiva. Nos
llevan en auto hasta el asado. No conozco de autos, pero este era una máquina
infernal salida de una novela de Stephen King. El piloto amenazaba en cada
esquina envalentonado con su palanca de cambios con bocha blanca en el extremo.
¡Llegamos vivos, no es poca cosa!
El banquete tenía cede en
la casa de uno de los responsables máximos del intercambio cultural: Barny.
Para los vecinos y amigos de este tipazo no será novedad lo que estén leyendo
aquí, pero para los que no lo conocen, describo un poquito. Jogging destroy,
remera de Flema que usó algún soldado acribillado en alguna guerra, sombrero de
Boca Juniors, sonrisa gigante, y un corazón tan gigante que no entra en esa
panza testigo de litros y litros de birra. A su lado, una legión de adictos al
punk rock que tienen la suerte de vivir tan cerca de este troesma: los músicos de Hemorragia Nasal, No Tira Nada, y otros que
más importantes aún, agitan en todo recital donde su cuerpo emborrachado diga
presente. Caso Alayes, otro tipazo que cada vez que lo despido, provoca que lo
extrañe a las dos cuadras.
La parrilla humeaba a
chinchulines, chorizos, tapa de asado, y algunas que otras gentilezas brindadas
por esos animalitos llamados vacas.
Las birras bailaban al
compás de la reunión, y prontamente nos sentamos a comer. Asado, pancito y
ensalada. Birra, chiste y sonrisa. Abrazos, fotos y recuerdos.
La sobremesa se dió entre
algunos que seguían vaciando botellas, otros que se iban a dar unas
vueltas y volvían con aparente
conjuntivitis, y la música que sonaba de fondo. Delirio fatal agitado para
todos, y para algún otro que tenía el corazón galopando a full. Nos despedimos
por un rato. Nos fuimos con Pako y los Hemorragia para armar el recital, cargar
equipos y demases. Nos saludamos como si nos iríamos a separar por años.
Un rally por Villa Elisa y
La Plata nos proveyó de equipos, instrumentos y todo lo necesario para montar
la fecha.
El pasillo de las artes
abría sus puertas entre mugre y baños colapsados al final de un largo pasillo
que atraviesa un comité de la Cámpora, una puerta que no sé a dónde conduce, y
otra más de la cual emanaba furiosa cumbia. ¿Un hogar quizás?
El lugar se puso lindo, se
hizo la luz, y algún piadoso desagotó los inodoros que se preparaban para otra
ardua jornada laboral.
Pelo Punk se preparaba
para abrir la fecha, mientras las apuestas por si Barny lograría llegar sano y
salvo, corrían por todos lados. Pero llegó. El hijo de puta es inmune a todo.
Todavía se corren versiones sobre qué pasó con el sobrante de comida y etil.
Aunque yo creo que todo eso murió en esa panza incontrolable.
Pelo Punk me sorprendió. No
soy de tirar flores al pedo, si tengo que destruir lo hago. Pero me vi casi
todo el recital de esta banda paradito a pocos metros. Paso la receta: un toque
de Mal Momento, una pizquita de Social Distorsión, un poco de El Mató a un policía
motorizado, y algo más. Sal a gusto. El bajista toda la estampa de quien sabe
pararse en un escenario. La voz original para el rubro. Melodías pegadizas. Sin
investigar la banda, arriesgo que tocan hace poco. Sin ser vidente les presagio
mucho futuro. No sé los nombres de los temas, pero los escucho ahora,
escribiendo estas palabras.
Después de ellos tocamos
nosotros, y si bien esto es un fanzine y no tiene reglas, no voy a hablar de mí
mismo. Diré tan solo que para la gente que bailó y cantó cada tema, no hay
palabras que puedan describirlos. Pako subiendo a cantar con nosotros. Poli
agitando abajo, Alayes con los brazos extendidos estilo Brown gritando gol en
el mundial ´86, Barny cuidando cada detalle y seguridad del escenario, todos
los pibes de La Plata y Villa Elisa haciéndonos vivir el mejor recital de
nuestros once años.
Terminamos dejando el
espacio libre para el banquete principal. En este tipo de recitales no se puede
caer sobre la música únicamente, hay que tener la grandeza de poder describir
una verdadera fiesta. Espero estar a la altura.
Desfilaron temas propios y
ajenos. Pako cediendo el micrófono a todo aquel que se animara a cantar. Pogo en
todos los temas. Baterista afiladísimo con el metrónomo. Una mezcla de la pulga
Messi con Johnny Ramone en la guitarra, rápido y furioso. Otro tipazo tocando
el bajo, Diego, si mi memoria no falla. No solo toca bien, sino que tiene una
mirada crítica de la escena. Es un gran mérito saber dónde está uno parado.
Covers de Flema para que todos bailemos y gritemos. Yo no conocía mucho de esta
banda hasta aquel día, pero me mezclé en la sensación general: que no termine más.
Parecíamos egresados volviendo de Bariloche: queríamos prolongar el viaje.
Entonces subíamos al escenario, bajábamos, gritábamos, bailábamos. Y así
Hemorragia festejaba sus trece años. Un tema atrás de otro. Una letra barrial atrás
de otra. Una historia digna de ser escuchada en cada acorde desesperado por
mostrar otra faceta del barrio, nada de cumbia.
¿Y Martín?
Martín pirateando todo.
Filmó, fotografió y huyó. A estas alturas descansa en Tierra Del Fuego,
desparramando por allá esa locura que vivimos cada vez que nos encontramos con
la gente de Villa Elisa y La Plata. Esos Héroes y Locos que siento conocerlos
de toda la vida. Punk Rock, simplemente eso.
Nos subimos al auto del
Chung, amigazo y bajista de Explenden. Nos perdimos un par de veces, La Plata
no perdona, y volvimos a nuestro barrio. Sabiendo que las miradas de todos esos
locos nos querían decir que va a haber más.
Por Julián Mocoroa
Fotos: Fotolog Hemorragia Nasal, Pelo Punk y Diego Campos