¡Bienvenidos,
Los Mentirosos!
Nos
merecíamos que surja una banda así, una banda nueva que la rompa y le ponga
actitud a este triste cotillón que tenemos por escena. Porque a excepción de
unos pocos —¡Y me sobran la mitad de los dedos de la mano!—, en nuestra ciudad,
de nuestro palo, no hay nada para ver ni escuchar. Y bien digo ver y escuchar.
No sólo conseguir sus discos y apurar unos tragos en la intimidad del hogar o
del refugio transitorio mientras escuchamos tremendas letras, parece que vale
la pena ir a verlos. No soy un mentiroso: todavía no tuve la suerte de
presenciar un recital, pero algunas grabaciones y unos videos en internet me
sacaron el miedo de llevarme una gran desilusión. ¿Hace cuánto que no tengo la
mala fortuna de encontrarme sin plata para pagar el ingreso a un recital que me
transmita algo? Mucho, muchísimo, suerte para mis bolsillos.
Su
primer disco homónimo, Los Mentirosos, contiene doce temas uno mejor que el
otro. Con letras que le ponen un poquito de barro a los borcegos, un toque
justo de humor, y la crudeza necesaria que amerita el género. No intentan
quedar bien con nadie, quien afine el oído escuchará algunas palabritas que
pueden irritar a los intolerantes que defienden la tolerancia. ¡Son
incorrectos, viva los mentirosos!
Y
su segundo disco, que me llegó por obra de la piratería y promesa de no pasarlo
a nadie mediante, mejora aún más, como si se podría madurar artísticamente en
un tiempo tan corto. Se destacan las melodías, pero por sobre todas las cosas,
las letras. Y no serían un completo acierto si no estuviesen en boca de Juan de
Madrugada. Una suerte de tanguero forrado en cuero, con la mística de un viejo
atorrante de bar. El guiño cómplice para la sonrisa compartida y consignas bien
claras: Quiero tu tanga en mi canilla
ó Con lo que gastamos en bares y en
telos, pagamos un mes de alquiler entero…
Estribillos
pegadizos, fiesteros, para que los vikingos levanten sus copas y celebren.
Estribillos que serían excelentes para versionar en un estadio de fútbol, si no
estuviesen poblados de cumbianteros monocordes y desprovistos de eses. El
príncipe negro y los suyos, llegaron para quedarse. ¿Dónde carajo estaban
metidos? Seguro que en algún bar, o en algún telo.
Nota: Julián Mocoroa
Fotos: Facebook Los menti melodramaticos
Muuuuy bueno Moco!! un abrazoo y aguante Los Mentirosos!!
ResponderEliminarmuy bien esto eh!
ResponderEliminarSoy alcohólica apostólica romántica
ResponderEliminarExcelente banda
Muy bueno Sennin
¡¡Viva los Menti!!
Mentimelodramatico a pleno!!!!
ResponderEliminarAbrazo grande gente!!!