QUIÉN LES HABLA...
De niño me interesaba sólo en el morfi: de grande quería
ser kiosquero. No paraba de inventar historias terribles para mis juguetes,
entre los que se destacaban los muñecos de He-Man, indios y vikingos.
Increíblemente fui un pendejo que no rompía las bolas, a las diez en punto de
la noche, me quedaba dormido donde quiera que esté. De eso dan fe mis viejos,
tíos, vecinos y amigos. Mi gran dificultad, creo que todavía la llevo conmigo,
fue la vestimenta. En esta hermosa foto donde parezco "Juli, el carnicero de mi
vida", denota claramente lo que digo. Pareciera que mi hermano se ríe del
grasa que tiene al lado, y mi hermana llora porque mis viejos adoptaron al hijo
de Gene Simomns. Todavía soy un pendejo que no se fija en las apariencias.
Cabezón, y demasiado soñador para este mundo. Un dato de color: me volví
anarquista, y sin saberlo, con tan sólo cinco años.
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